Etapa 2. Valparaiso y Viña del Mar
En apenas una hora y media nos trasladamos desde Santiago hasta la costa del pacífico. Un paisaje de cerros pelados o con vegetación de garriga, propio de un clima mediterráneo, fue dando paso poco a poco a viñas y frutales surgidos al amparo de las escasas corrientes de agua que circulan por esta zona.
Valparaiso se mostraba con sus innumerables cerros poblados de viviendas que se afianzan en laderas que se deslizan hasta el mar. Este relieve en cuesta acaba en un terreno menos abrupto, incluso llano, junto a la costas donde se encuentran los edificios comerciales, bancarios, administrativos y de gobierno.
La Plaza de Sotomayor está presidida por el edificio de la Armada y, frente a él, se abre el puerto, uno de los más importantes de Chile.
Valparaiso tiene aspecto de ciudad multicolor con sus casas mostrando el capricho de sus inquilinos, sin embargo, vista con detenimiento es también una ciudad descuidada, sucia, repleta de grafitis que responden a los enormes deseos de la juventud por manifestarse frente a las injusticias y al sinsentido político que reina hoy en día en Chile. Hace meses que los jóvenes, principalmente, se manifiestan de manera continuada para reclamar la aprobación de una nueva constitución y el fin de los abusos de poder.
Los mensajes de los grafitis de Valparaiso van en esa línea, aunque carecen en muchos casos de gusto estético. En otras ocasiones nos hemos encontrado con murales en los que se acompasan el gusto estético y el arte del dibujo y la pintura.
Valparaiso goza de un clima benigno de tipo mediterráneo que en muchas ocasiones se envuelve en brumas marinas.
Muy cerca de Valparaiso, unida a ella, se encuentra la villa de Viña del Mar. En apenas un paseo, nos encontramos con avenidas amplias, jardines, limpieza y un orden urbano que lo diferencian de su villa hermana.
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